En la vorágine del cambio, de la incertidumbre del momento, de las cosas que fueron seguras durante años pero que llegan a su fin, dentro de todo eso uno busca aferrarse a otras cosas, otras seguridades, otras verdades propias.
El problema es que en el pánico del movimiento, no necesariamente nos aferramos de la mejor manera, sino de la manera que nos sale para sentirnos atados a algo, para anclar, para no sentirnos a la deriva.
Me causa intriga esa necesidad que siempre tuve de un terreno firme. Es solo mía esa inquietud o a todos les pasa? Dejé el que siempre fue mi lugar seguro, aunque hace un tiempo se tambaleaba y eso se reflejaba en un montón de cosas, incluso algunas positivas, porque deja el lugar a que nuevas cosas surjan, aunque tambaleantes o débiles, nuevos planes se forjan, nuevos escenarios se dibujan.
Quisiera poder hacer todo esto sola, me gustaría no depender tanto de quienes me rodean, poder empezar todas esta nuevas cosas con mi propio sostén únicamente. Pero no lo logro. Lo cual es irónico porque hasta no hace muchos años consideraba que la mayoría de las cosas de mi vida las había conseguido sola, sin esfuerzo.
Esto me plantea dos miedos: primero, todavía no sé la manera de poner un limite al otro cuando en algún momento yo le doy entrada, si yo abro la puerta, como poner el parate? Porque no es raro que yo me sienta asfixiada, atosigada, ahogada, lo que automáticamente me retrae a mi viejo y conocido ostracismo. Segundo, el punto contrario, me cuesta a mi poner el stop en aquellos casos en que me sentí segura, firme, siempre me paso de revoluciones y causo el efecto de ostracismo en el otro.
Existen puntos medios para cualquiera de los dos casos? Son mis miedos fundados o son hijos de mis miedos primarios?
Lo que sea que pase, solo esta logrando que me aislé de una manera u otra, y que me sienta caminando sobre arenas movedizas en cualquier momento menos cuando estoy sola...
26 de febrero de 2012
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