19 de mayo de 2011

Sosteniendo arena

A veces se logra apagar parte del cerebro, una pequeña parte de él deja de carburar, de pensar, de correr, de llevar impulsos eléctricos de manera casi obsesiva.
A veces logro ese efecto de manera momentanea, algunos días quizás, y dentro de la relajación que eso logra mi cuerpo se vuelve más pesado, más cansado.
Es como si dejar de pensar me hiciera conciente de lo que todo ese trabajo mental afecta a mi cuerpo. Es sentir de golpe el peso sobre mis hombros, la carga de la vida misma. Es dejar de pensar en problemas superfluos, o triviales, y darnos cuenta del peso real de la atmósfera, del aire en sí.
Respirar siempre cuesta, pero en momento así me cuesta mucho menos abrir el pecho y tomar una bocanada con todas mis fuerzas.
"Siempre esperando" es la clave del trabajo constante del cerebro. Dejar de esperar y seguir adelante es la clave de darle un descanso a la cabeza y dejar que el cuerpo se mueva solo.

16 de mayo de 2011

On - off

Una cabeza que no deja de pensar es una cabeza que no descansa, que se agota, que se cansa. Uno siempre tiene esa fantasía de lograr apagar la cabeza, simplemente quedarse quieto sin que nada circule por ahí arriba, por acá adentro.
Pero cuanto se puede lograr con eso? Una vez logrado, cuando volvamos a apretar el botón de Encendido, la máquina va a seguir al mismo ritmo que antes? O peor, va a haber acumulado el trabajo no realizado por un rato?
Pensar y repensar, pero en que?
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