28 de julio de 2013

Banda de Möbius

¿Cuántas veces en la vida uno se plantea que quiere cambiar sus hábitos? ¿Cuántos hábitos se pueden cambiar al mismo tiempo? A veces pareciera que los cambios solo tienen que ver con una cuestión de voluntad, pero cuantas cosas se mueven dentro nuestro cuando tenemos que dar un simple paso adelante.
Y no estoy hablando de cambios drásticos, de cosas trascendentales. Hablo de cosas pequeñas, de pequeños hábitos, de cosas que sabemos que debemos hacer para que nuestra calidad de vida cambie a largo plazo y que sin embargo nos negamos a hacerlo de manera firma. Bah, yo me niego al menos.
Todos los fines de semana me planteo metas para empezar el lunes, acciones, cosas, rutinas. Llega el lunes y... bueno... la rutina ya establecida me tira abajo las pretensiones.
No tiene que ver con falta de voluntad, es que la vorágine de la vida diaria nos arrastra en direcciones que no podemos predecir. O sí podemos predecir, pero no es la dirección que nos gustaría tomar. Es como un oleaje salvaje, arranca el lunes, nos despertamos a la misma hora de todos los días de semana, salimos de casa y tomamos la misma ruta y así empieza la cinta eterna.
Me suena todo a excusas que me pongo... veremos si este lunes la historia es otra...

18 de julio de 2013

Jugando al cerrajero

Llego a casa, subo al ascensor, y sin pensarlo guardo las llaves. En el momento que lo hago me doy cuenta que no está bien, que todavía me queda una puerta por abrir. Algo por abrir. Una idea quizás, un camino, una acción. Algo que está atrancado todavía queda por abrirse.
No estoy segura de tener la llave encima. Probablemente la tenga pero no sé donde encontrarla. Como todo. Es parte de mi análisis. Todo está ahí en algún lado, el tema es saber buscarlo, detectarlo, identificarlo. Encontrar la llave sin forzar la cerradura. Simplemente encontrar la llave y luego lo que abre.
A veces siento que hubo puertas que se abrieron  y que no las vi. Otras que se cerraron cuando yo pensaba que estaban abiertas de par en par. Dicen que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, pero ¿somos capaces de ver ese movimiento de manera consciente alguna vez? ¿Se puede decir que las oportunidades son cosas que se abren y se cierran? ¿O son cosas inamovibles que tienen un único estado inalterable, y que lo que nosotros tenemos que hacer es darnos cuenta cuál es?

17 de julio de 2013

La onda verde pasó de moda

Una charla con una amiga me hizo reflexionar. Ella me dijo que las mujeres siempre queremos cambiar a los hombres, siempre creemos que podemos convertir a Casanova en el Príncipe Azul (¿les suena la película "Dime con cuantos"?). Y es tal cual, yo estuve ahí y espero nunca volver a cometer el mismo error.
Algún día las mujeres nos vamos a dar cuenta de que cuando un tipo te dice algo es porque realmente lo piensa, no hay ningún mensaje subliminal, no hay nada para leer detrás, ELLOS NO SON  NOSOTRAS.
Lo peor de todo es que nos potenciamos entre nosotras. El tipo te dice que no quiere nada serio, solo sexo. Al otro día vos vas, les contás a tus amigas toda la situación y BUM! resulta que él está re enganchado! Y cuando menos te lo pienses te va a pedir de conocer a tu familia!
No chicas, basta de mentirnos, todas pasamos por alguna situación así y todas sabemos como termina: MAL.
Los hombres son más sencillos de lo que creemos, no tienen dobles discursos ni dobleces, no se paran a pensar las cosas de la manera rebuscada que nosotras lo hacemos.
Así que amiga, deje de intentar reformar a su chongo, no se gaste, porque como otra amiga mía dijo "Nace chongo, muere chongo". Sea feliz, y si busca algo a largo plazo, hágalo con alguien que haya superado la etapa "Una para cada día de la semana".
Hágalo por usted y por la salud mental del pobre tipo al que convirtió en proyecto de reciclado ;)

16 de julio de 2013

Huyan mientras puedan

¿Cómo manejamos el enojo? Si es que acaso se puede manejar. Tengo que aprender a enojarme. No porque no lo haga a menudo, el aprendizaje tiene que ver con la totalidad del proceso. El problema es que no me enojo cuando debería hacerlo y en cambio hay cosas que no tendrían porque enojarme que me terminan sacando.
Y lo peor es que en las dos situaciones después me termino sintiendo culpable por haber tenido la reacción equivocada.
Si, culpable, yo. ¡Capáz que un día los sorprendo y escribo sobre algo que no sepan!
Pero volviendo al enojo, ¿cómo puede ser que una reacción tan visceral a veces me surja en frío? ¿Y cómo puede ser que a veces chispita se prenda con el mínimo gesto?
Tengo que aprender a enojarme, a enojarme cuándo corresponde y con quién corresponde.
Tengo que aprender a descargar la ira, como sea, la bolsa de arena para darle golpes no es una opción... la gata acaba de salir corriendo después de que escribí eso, "basta de daños colaterales" dijo.

14 de julio de 2013

Mil planteos y uno más

A ver, pensemos en las frustraciones y las motivaciones. Que uno no esté bien en el trabajo es un motivo lógico para estar mal en otros aspectos de la vida. Pero ¿tiene que ser algo tan terminante? ¿cómo puede ser que un único aspecto nos golpee tanto?
Más que ponerme a pensar en los daños colaterales podría pensar un poco en qué me está frustrando. A ver, básicamente no estoy haciendo lo que realmente quiero. Estoy aprendiendo, estoy de acuerdo, y tengo muy poco tiempo de experiencia, con lo cual todavía estoy pagando el derecho de piso. Pero todo tiene un límite.
Aparte me preocupa mucho el tema económico, que no está bueno, nunca fui una persona dependiente de lo material, pero vivir al límite no me gusta, me hace sentir... no se... me hace sentir que no soy suficiente ¿? que no rindo suficiente ¿? no sé como expresarlo.
Necesito algo que alimente mi ego, algo que me diga que tengo un valor extra, algo, lo que sea, que me demuestre que no soy promedio.
Se viene una segunda mitad del año dura, larga, penosa, que va a requerir de mucha concentración de mi parte para no renunciar a cosas, para llevar todo adelante sin dejar nada en el camino.
Honestamente, no creo contar con la voluntad suficiente.
Espero equivocarme.

Absolutos finitos

Es como empezar algo que nunca se va a terminar. Es simplemente extraño. La vida es algo extraño. ¿Qué esperamos? ¿Qué queremos? Creemos estar siempre tan seguros de los fines que perseguimos, pero lo que hacemos en realidad es siempre quedarnos dando vueltas en una calesita infinita que nunca para, nunca baja la velocidad, simplemente se queda girando por su propia inercia.
Caminar, caminar, aire entra, aire sale, ¿y entonces qué? ¿Claridad acaso? Nah, eso nunca. ¿Y entonces qué?
¿Será que alguna vez, después de muchos años, vamos a caer en la cuenta de que estuvimos equivocados siempre? ¿O es simplemente una cuestión de aceptación, de admitir que todo tiene un motivo, una razón en nuestra vida?
Pensar que todo es un parte de un aprendizaje limita con el optimismo absurdo. Sino sería todo más fácil, nunca nos equivocamos, todo tiene un por qué, todo contribuye a la causa, ¡Qué grandiosos que son nuestros actos!
Pero siempre hay un punto donde tenemos que responsabilizarnos por el aquí y ahora. ¿Y qué hay en el aquí y ahora? No sé, a veces veo todo tan borroso que no sé lo que tengo enfrente de mi nariz. Aquí y ahora... Aquí, en el lugar que quiero estar ¿En el lugar que quiero estar? Ahora, ahora me gustaría haciendo otra cosa, pero solo se me ocurren imposibles tan absolutos que hasta ponerlos por escrito suena irracional.
¿Escucharon sobre el delirio de grandeza? El mio es el delirio de la nada misma. El delirio de la pequeñez. Me siento tan chiquita en el mundo tan enorme, como una adolescente, intento entenderlo todo y sigo sin entender nada. Intento alcanzar todo y apenas llego al primer piso.
No, ni tanto análisis, solo delirios, todo inconexo, todo fugaz.