23 de junio de 2013

Life is what happens...

Aquella búsqueda de la normalidad que siempre emprendemos nunca nos condujo a nada. Lo que mueve montañas es la locura, lo inesperado, la acción improvisada y pasional. La vida no tiene de normal ni un pelo, todo es vertiginoso y caótico,  y es eso lo que le pone sal al asunto. ¿Quién quiere una vida normal, cuando se puede optar por una vida inquieta? Nunca nos vamos a quedar quietos, siempre vamos a evolucionar, involucionar, mutar, sumar, restar. Todo eso junto o por separado, en orden o desorganizado.
Las cosas nunca vuelven a la normalidad, porque no hay nada más aburrido que sentarnos en nuestra normalidad y ver la vida pasar. Suframos, riamos, lloremos, amemos, dejemos que nos vuelen la cabeza y volemos cabezas de vez en cuando. Pero nunca nos asentemos en la normalidad. "La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes" dijo Lennon, así que dejemos de planear y dejemos que todo fluya, que las mejores cosas pasan cuando no las estamos pensando.

19 de junio de 2013

Edición Vespertina III

"La vida me impide encontrarte" (*), aunque digan que el que busca encuentra, aunque digan que todo se encuentra cuando se deja de buscar. Porque hay cosas para las que no hay una fórmula, para las que no aplican los viejos proverbios, los consejos de siempre. Porque hay cosas tan sorprendentes que nos voltean en el aire como un barrilete.
La vida me aleja y me acerca, no sé a dónde ni por qué, solo siento el movimiento bamboleante, esa fluctuación inexplicable en el aire que me agita y no logro calmar. Zozobra quizás sea la palabra. Aunque llega un momento que preferiría que se convierta en naufragio, que la tormenta se termine y llegar a un puerto. No digo buen puerto, no pido tanto, pido solo tierra firme.
Tierra firme... cuantas veces pensé y cuantas veces escribí sobre esa necesidad que tengo de pisar sobre seguro, de apoyar mis pies sobre terreno raso. Cuántas veces voy a llegar la conclusión de que no existe algo así, que la vida tiene un vaivén continuo que nunca se detiene, que es parte de su ritmo, de su baile eterno.
En definitiva, que me quedo con mi búsqueda inconclusa, no imposible, solo eterna. Esa búsqueda de algo que sigo sin saber qué es, pero que siento que me falta. Aquello que solo conoceré cuando lo encuentre.

(*) Te odio, Ismael Serrano

16 de junio de 2013

Un candombe en la cabeza que no para de sonar

Es extraño como cada segundo de la vida es afectado por una cantidad infinita de variables. Cosas que deberían tener un único típo de reacción nos generan algo contrario.
No sé si es que quizás uno se acostumbra a los golpes, entonces cada vez duele menos. O simplemente que uno se acostumbra a afrontar las cosas duras, entonces cada vez se vuelve más impermeable, más maleable, reacciona más rápido, se transforma con mayor facilidad.
Ya no tiene que ver con escudos, con paredes, con estructuras. ¿Tiene que ver con optimismo? ¿O es simplemente otro tipo de caparazón que me estoy poniendo sin darme cuenta? ¿Será realmente que ciertas cosas me las tomo más a la ligera o es que no me quiero hacer cargo de ellas?
Siento que me están bailando un malambo en la cabeza, el corazón ya no responde, tiene propio pulso, las ideas no se conectan, son incongruentes.
¿El ojo de la tormenta? ¿O la calma antes de la tempestad?
¿Será la madurez de la edad o mi inmadurez innata que le da este tono irreal a las cosas que me rodean?
Creo que no tiene sentido pensarlo mucho más, todo lo que pienso son nuevas preguntas, interrogantes, ninguna respuesta. Y si surgiera alguna, se mezclaría con el caos y no la sabría reconocer como tal.