17 de septiembre de 2013

Su voz lo anestesiaba (bis)



- Podría dormirme todas las noches escuchando tu voz. – dijo en voz alta, o en realidad se le escapó en voz alta.
Era algo que tenía en la mente desde hace un rato y de golpe las palabras salieron de su boca, casi sin quererlo, casi sin darse cuenta.
Apenas terminó la frase clavó la mirada en el techo del dormitorio, como si todo el universo se concentrara en la mancha de humedad sobre su cabeza. ¿Cuánto tiempo llevaba así acostada? ¿Cuánto tiempo había esperado para estar así? ¿Cuánto tiempo iba a pasar hasta que se pinchara el globo que los rodeaba? Estas y otras preguntas le vinieron a la mente sin poder detenerlas.
Mientras tanto, la mancha de humedad seguía ahí, inmutable, totalmente ajena a la verborragia interna sucediendo un par de metros por debajo.
De golpe un pequeño movimiento de la mirada le hizo notar una mosca quietita, cerca del borde de la mancha. ¿Cómo puede ese insecto estar ahí tan tranquilo cuando el mundo está temblando, sacudiéndose convulsamente? Intenta calmar su respiración, desacelerar el pulso, segura de que si no lo logra el corazón va a salírsele de un salto. Intenta encontrar respuestas a todas sus preguntas en el afán imperioso de darle sentido a lo que le sucede.
- Podría dormirme todas las noches escuchando tu voz. – repitió, esta vez quizás más segura de querer decirlo.
Al girarse expectante de una respuesta, recibió como réplica un fuerte y profundo ronquido.