29 de noviembre de 2013

Las voces en su cabeza



Como cada lunes entró al taller literario, listo para poder disfrutar de esas dos horas donde sentía que su creatividad se liberaba. También como cada lunes se sentó en uno de los extremos del salón. Esa decisión no tenía una explicación aparente, pero había tomado la costumbre de sentarse por la misma zona clase tras clase, y nunca había considerado romper con la rutina. Para hoy tenían que leer “Asterix, el encargado”, de Fabián Casas, cuento que le había resultado muy entretenido, especialmente el entrelazado de historias que realizaba el autor, como un laberinto de ideas que avanzaban sin llegar a ninguna salida. Sin embargo no era la lectura asignada su parte favorita de los encuentros, sino el momento en que iban leyendo uno a uno las producciones individuales. Disfrutaba de igual manera escuchando lo que sus compañeros habían escrito como leyendo lo propio. Esto último implicaba una caricia para su ego, normalmente desinflado y poco alimentado. Ese lunes el profesor le pidió a Juana que empiece. Ella era una de esas chicas a las que uno no les da una segunda mirada, que la primera vez que la conoce la encasilla en la misma categoría que a las amigas, hermanas o primas lejanas, sin tomarse el tiempo de volver a catalogarla quizás más adelante. Y lo mismo pasaba con sus textos, si bien él no se consideraba un crítico literario ni mucho menos, los cuentos de Juana le resultaban “bien”, ni fu ni fa. Pero un poco por respeto, otro poco por rutina, se dispuso a escuchar atentamente el cuento que ella estaba por leerles.
Todo sucedió sin que siquiera lo planearan.”, comenzó la clara y monótona voz. La frase le resultó familiar, quizás había alguna similar al inició de uno de los tantos libros que llevaba leídos en su vida. “Gustavo y Sofía se conocieron por obra del destino, sin saber que el destino lo habían construido ellos”. ¿Otra frase familiar? No podía ser, no recordaba ningún texto ajeno cuyos protagonistas se llamaran así, pero de algún lado conocía aquellas líneas. En su pupitre tenía una carpeta con todos sus escritos hasta el momento y tratando de no llamar la atención del resto empezó a revolver entre las hojas, quizás ahí encontraría la respuesta. “Él se despertó esa mañana con la extraña sensación…”.
- Momento. – Pensó – No puede ser, ¿eso no lo escribí yo anoche?
Siguió buscando entre sus papeles, pero no encontró el texto al que, estaba seguro, pertenecían esas líneas. Llegado este punto, ya no podía disimular su contrariedad, oía las palabras salir de la boca de Juana, pero en lugar de escucharla a ella, resonaba en su cabeza su propia voz, reviviendo el mismo momento en que había escrito el texto. Aunque, ¿lo había escrito él, o estaba alucinando? Levantó la vista, la pasó a lo largo del aula y vio en la cara de sus compañeros como se maravillaban de la historia, la fascinación con la que seguían el relato, los gestos ante cada vuelta del argumento. Y mientras tanto Juana seguía leyendo con su voz monocorde y precisa, sin ningún tipo de entonación, lo mismo que si leyera un salmo en la misa. Era un insulto que lo leyera con esa falta de cadencia, era un texto que a él le despertaba tantas emociones, que le parecía tan vivo, que merecía ser cantado, más que leído. El cuento estaba inspirado en un suceso real, o para ser más precisos, en una historia propia que no fue, en una de esas relaciones que empiezan como si fuesen a ser para toda la vida y terminan como si acá no hubiese pasado nada. Sin embargo, en el cuento, se había encargado de que sus protagonistas tuvieran una chance de ser felices, de tener ese final que él no pudo.
Nuestro ultrajado autor se devanaba el cerebro tratando de entender lo que pasaba, recordaba cada palabra con exactitud, no podía ser un error, pero ¿cómo había llegado esta mujer a conocer un texto escrito apenas una noche atrás? ¿Y cómo se atrevía a leerlo como propio? Ninguna de las respuestas que se planteaba tenían sentido, sin embargo esto le estaba pasando realmente, a él, que el único pecado que había cometido fue el de creerse, cada lunes, mejor que Juana. Es que, admitámoslo, nunca fue mejor que nadie en nada, y esas dos horas de supremacía intelectual le producían una satisfacción suficiente para no sentirse mínimo el resto de la semana. Y sin embargo esa noche la gloria le estaba siendo arrebatada y no sabía cómo detener la caída. Si gritaba en ese momento “¡Ladrona!”, todos iban a creer que estaba loco, porque en definitiva quien tenía el texto en las manos era ella, a él solo le quedaba el recuerdo de su creación, no más. Fue entonces, mientras decidía qué hacer, que la paranoia se apoderó de su mente. Si esto lo había escrito anoche, en la soledad de su cuarto, ahí donde nadie entra porque no hay nadie para dejar entrar, ¿cómo había llegado a manos de Juana? La única explicación es que ella lo estuviera espiando, acechando, quizás fuera una de esas maniáticas que salen en las series policiales de moda, que persiguen a alguien en cada uno de sus movimientos, para finalmente asesinarlo en la oscuridad.
El sonido de las palabras llegó desde algún lugar del aula a su cerebro, que intentó conectarse con la realidad al captar que el cuento iba llegando a su fin. Palabra por palabra se iba formando el último párrafo, y al momento del punto final levantó la vista hacia Juana. Y ahí estaba ella, con la mirada clavada en la suya, esperándolo. Entonces la escuchó, una voz resonaba dentro de su cabeza, como si fuera parte de sus propios pensamientos y se fue adueñando de cada rincón de su conciencia. No lograba identificar las palabras, eran como murmullos, siseos, sonidos inconexos, pero estaba seguro de que era una voz y no podía sacarla de su cabeza. Mientras tanto la mirada desde el otro lado de la habitación lo tenía preso, en ella pudo ver todos sus miedos concentrados, desde el cuco escondido debajo de la cama, hasta el miedo a la muerte, pasando por algún auto pasando un semáforo en rojo y una mujer dejándolo. La mirada lo paralizaba, lo observaba sonriendo de forma maligna y peligrosa. Cuando creía que ese momento lo iba a dejar clavado en su asiento para siempre,  pudo entender, fuerte y precioso, lo que la voz clara y monótona de Juana le decía: “Por fin sos mío”.

14 de octubre de 2013

Salto de obstáculos

Hay momentos en que la vida nos pone a prueba. Pero no esas "pruebas" que uno relaciona con las cosas trágicas de la vida o los grandes escollos por vencer. No, cosas más sencillas, pero no por eso más fáciles de pasar.
Uno está años tratando de volverse alguien, de formar una personalidad, de desarrollarse como persona. En el camino le tocan vivir mil cosas que van cambiando la idea original, van transformando el objetivo. Y en ese mismo camino uno cree que va aprendiendo cosas. Digo cree porque teorizar todos teorizamos, el asunto es cuando tenemos que poner esos que creímos aprendido, a prueba. Tanta teoría tirada al aire, escrita, charlada, compartida con amigos como si tuviésemos la verdad absoluta. Pero cuando la práctica se nos pone enfrente, zas, nos olvidamos de todo lo que aprendimos.
Creo que estoy pasando por un momento "prueba", sencillo, sin mayores contratiempos, pero donde tengo que hacerme cargo de los años de experiencia, de los errores y aciertos, y tengo que poder ver las cosas como realmente son, sin idealismos, sin espejitos de colores, solo como son, así. Y recién después de darme cuenta de que esto es una "prueba" voy a poder saber si es lo que quiero o no.

7 de octubre de 2013

Psicología barata y comida casera

Esa manía tan mía de tratar de encontrar los por qué en los todos más absolutos, vicios del análisis difíciles de retomar en la soledad de mi casa. La perspectiva gestaltica cayéndose sobre mi cabeza, tratando de encontrar el valor de cada parte para asignarle un peso al todo, que siempre, pero siempre, es mayor.Pienso y pienso y pienso, y me cuesta ordenar las ideas, los patitos no se alinean, sigue cada uno su camino. La frustración, sumada a la sensación de algo que me supera y no puedo controlar. Lo peor es que lo puedo controlar, pero no estoy encontrando el camino para hacerlo porque, volviendo al principio, no le encuentro todos los por qué. Ganas de llorar atragantadas que no logro escupir por falta de motivos, la razón superpuesta a la emoción en un plano inexplicable para la razón misma. Me siento agotada, exhausta, demolida, derrumbada, sin la motivación necesaria para volver a construir esto que me aflige. No puedo. Algo que a veces digo a la ligera y que me cuesta tanto decir. No puedo. Significa darme por vencida, rendirme, tirar la toalla. ¿Por qué no puedo? Tengo que poder, yo siempre puedo con todo, siempre tengo que poder con todo y con mas. ¿Dónde está la traba? Porque es obvio que no está en lo que explícitamente me frustra, porque no es un obstaculo realmente tan grande. Y sin embargo ahí está y no logro saltarlo, sortearlo, esquivarlo, evitarlo, rodearlo, o simplemente derribarlo.

17 de septiembre de 2013

Su voz lo anestesiaba (bis)



- Podría dormirme todas las noches escuchando tu voz. – dijo en voz alta, o en realidad se le escapó en voz alta.
Era algo que tenía en la mente desde hace un rato y de golpe las palabras salieron de su boca, casi sin quererlo, casi sin darse cuenta.
Apenas terminó la frase clavó la mirada en el techo del dormitorio, como si todo el universo se concentrara en la mancha de humedad sobre su cabeza. ¿Cuánto tiempo llevaba así acostada? ¿Cuánto tiempo había esperado para estar así? ¿Cuánto tiempo iba a pasar hasta que se pinchara el globo que los rodeaba? Estas y otras preguntas le vinieron a la mente sin poder detenerlas.
Mientras tanto, la mancha de humedad seguía ahí, inmutable, totalmente ajena a la verborragia interna sucediendo un par de metros por debajo.
De golpe un pequeño movimiento de la mirada le hizo notar una mosca quietita, cerca del borde de la mancha. ¿Cómo puede ese insecto estar ahí tan tranquilo cuando el mundo está temblando, sacudiéndose convulsamente? Intenta calmar su respiración, desacelerar el pulso, segura de que si no lo logra el corazón va a salírsele de un salto. Intenta encontrar respuestas a todas sus preguntas en el afán imperioso de darle sentido a lo que le sucede.
- Podría dormirme todas las noches escuchando tu voz. – repitió, esta vez quizás más segura de querer decirlo.
Al girarse expectante de una respuesta, recibió como réplica un fuerte y profundo ronquido.

27 de agosto de 2013

Su voz lo anestesiaba

Una voz que anestesia puede hacerlo de una manera positiva y una negativa. Uno puede caer como anestesiado por el aburrimiento, el sueño, la fatiga, el hastío. O puede ser como una canción de cuna, una voz que nos arrulla, nos mece.
Es como la voz del mar, a muchas personas las seda, las relaja. Los sonidos son diferentes para cada quien, por eso es que algunos pueden dormirse con la radio puesta (y de hecho es parte de su ritual para poder descansar cada noche) y otros necesitan el silencio absoluto para rendirse al sueño.
Supongo que como todo en esta vida, los sonidos nos conectan con recuerdos sensoriales y de ahí las diferencias que implican para cada quien.
Recuerdo puntualmente una voz que logró anestesiarme, y ahora que lo pienso fue como un canto de sirena. En ese momento pensé expresar en voz alta: Me podría dormir todas las noches escuchando tu voz.
Pero no todos los sonidos deben ser emitidos, a veces algunos es mejor callarlos.

25 de agosto de 2013

Bloqueo Nº 1

Siempre me costó escribir cuentos. En realidad, recuerdo solo uno que pude escribir, en una clase de Literatura en el colegio. Y por más que intente, ese sigue siendo el único que recuerdo haber escrito.
Problemas con la redacción no tengo, sé como encajan las palabras unas con otras. El problema es el contenido, lo que quieren decir esas palabras. Se supo que un cuento contiene una historia, sirve para contarnos algo.  Ahí es donde tengo el inconveniente, no se me ocurre ninguna historia que contar. Yo siempre escribo lo que pienso, sin pensarlo demasiado, nunca pienso por adelantado sobre lo que quiero escribir. Es más, a veces me llega una idea de la nada y trato de retenerla pura en mi cabeza sin desarrollarla, para que llegue al teclado lo más fresca posible. Quizás tengo que probar eso, simplemente sentarme y ver a donde me lleva la historia, aunque no creo que me lleve a buen puerto, como mucho me quedará un cuento poco coherente de muchas muchas hojas y que no cuente nada.

18 de agosto de 2013

Frente al espejo de Alicia

"Ser feliz es una obligación que incumplo de cuando en cuando". Esa felicidad obligada porque cabe en el estereotipo de lo que la sociedad entiende como tal. Esa felicidad acartonada, que entra en una caja cuadrada de lados perfectos y cerradura hermética. A esa felicidad la incumplo de vez en vez, y si puedo más seguido aun. 
Porque hace años entendí que el ser humano se mueve como ese motor inmanente de una cosmogonía ya obsoleta, se mueve de manera infinita en la persecución de una felicidad inalcanzable, imaginaria e irreal.
No por que no se pueda ser feliz, al contrario, porque lo somos todo el tiempo pero no lo notamos, simplemente porque estamos pensando en nuestro próximo deseo, aquello que no alcanzamos, y nos perdemos la felicidad mediata.
No estoy diciendo ninguna novedad, seguro ya existen teorías al respecto y más de uno se lo habrá planteado en su interior.
Pero pasa que a veces lo sentimos más real que teórico, podemos palpar, casi oler esa necesidad de ir en contra del deseo absoluto y dedicarnos al placer inminente. Dejar de correr en la rueda como hamsters, y simplemente... parar.


Cuanta de esa felicidad obligada tiene que ver conmigo misma y cuanta con los demás. Cuanta de mi rebeldía inconclusa tiene que ver con la imagen en el otro más que con mi propia pasión. ¿Ante quien me rebelo si no es ante un otro? Porque no es contra mí misma contra quien batallo. O sí, depende del día.
Y el día de hoy, cuando me estoy reencontrando con tantas cosas, cuando en el espejo se mezcla mi yo verdadero y mi deseado, cuando la rueda vuelve a dar una vuelta pasando por exactamente los mismo lugares... el día de hoy quizás cumplo con ser feliz.

12 de agosto de 2013

Y un día decidí escribir un cuento...

Volver a las raíces siempre es difícil. Quizás por eso muchos rehuyen del análisis, porque es un constante flashback a aquello que nos es más básico y elemental, y quizás también más ajeno a quien somos de manera activa.
Viejos vicios, nuevos desafíos, una vuelta a una raíz muy onda, que casi no puedo precisar donde tuvo su origen. No sé donde surgió, pero como tantas cosas en la vida, seguro se lo tengo que agradecer a aquel que me dio vida y me dio luz, y que espero me la siga dando por muchos más años.
Esto con que me encuentro es algo tan mío, tan propio, tan puro, tan no sé qué. Es aquello que siempre tuve y jamás supe como agarrar. Es algo tan propio de mi vida y a la vez tan extraño.
La vuelta a la ficción siempre me cuesta, me atora, siempre me fue más fácil escribir solo pensamientos, antes que crear. Supongo que esto que hago siempre en el blog también es crear, pero no lo es tanto, es más plasmar. Crear otras realidades implica una dosis de fantasía que para algunas cosas me sobra pero en estos casos me escasea.
No sé si soy clara, siempre me cuesta serlo, y calculo que eso es parte de mi tara con la ficción.
Porque la fantasía siempre existe en mí, mil historias tejo todos los días en mi mente, pero son tan personales que tratar de ponerlas en otros personajes... me traba... quedan ahí atascados.
Quizás este regreso sea parte de este proceso constante que me toca vivir, que transito, que busco transitar y que espero que nunca termine.

6 de agosto de 2013

The time goes by

Pasa que nada pasa, que la vida trasciende más allá de nuestras propias fronteras. Pasa que no llegamos a oler a dos pasos de nuestra nariz, y menos que menos ver más allá.
Pasa que lo que no pasó no va a volver a pasar, que aquello que dejamos pasar es un paso atrás en nuestro andar.
Pasen y vean, la vida está cruzando frente a nosotros, pasen y vean, nos toca entrada gratis por la eternidad. Primera fila, nunca mejor ubicados, el show comienza, o ya comenzó, quien sabe, el programa no marca la grilla.
Sucede más que pasa, aunque lo que no sucede es lo que más nos inquieta. Serán cosas que suceden detrás del telón, debajo de las butacas
Sucede que no sucede nada, que de golpe la tierra dejó de girar y nos olvidamos de respirar. Que todas las cosas en movimiento decidieron dejar de moverse y se quedaron suspendidas en la estática de lo no sucedido.
Pasa todo y nada a la vez.

28 de julio de 2013

Banda de Möbius

¿Cuántas veces en la vida uno se plantea que quiere cambiar sus hábitos? ¿Cuántos hábitos se pueden cambiar al mismo tiempo? A veces pareciera que los cambios solo tienen que ver con una cuestión de voluntad, pero cuantas cosas se mueven dentro nuestro cuando tenemos que dar un simple paso adelante.
Y no estoy hablando de cambios drásticos, de cosas trascendentales. Hablo de cosas pequeñas, de pequeños hábitos, de cosas que sabemos que debemos hacer para que nuestra calidad de vida cambie a largo plazo y que sin embargo nos negamos a hacerlo de manera firma. Bah, yo me niego al menos.
Todos los fines de semana me planteo metas para empezar el lunes, acciones, cosas, rutinas. Llega el lunes y... bueno... la rutina ya establecida me tira abajo las pretensiones.
No tiene que ver con falta de voluntad, es que la vorágine de la vida diaria nos arrastra en direcciones que no podemos predecir. O sí podemos predecir, pero no es la dirección que nos gustaría tomar. Es como un oleaje salvaje, arranca el lunes, nos despertamos a la misma hora de todos los días de semana, salimos de casa y tomamos la misma ruta y así empieza la cinta eterna.
Me suena todo a excusas que me pongo... veremos si este lunes la historia es otra...

18 de julio de 2013

Jugando al cerrajero

Llego a casa, subo al ascensor, y sin pensarlo guardo las llaves. En el momento que lo hago me doy cuenta que no está bien, que todavía me queda una puerta por abrir. Algo por abrir. Una idea quizás, un camino, una acción. Algo que está atrancado todavía queda por abrirse.
No estoy segura de tener la llave encima. Probablemente la tenga pero no sé donde encontrarla. Como todo. Es parte de mi análisis. Todo está ahí en algún lado, el tema es saber buscarlo, detectarlo, identificarlo. Encontrar la llave sin forzar la cerradura. Simplemente encontrar la llave y luego lo que abre.
A veces siento que hubo puertas que se abrieron  y que no las vi. Otras que se cerraron cuando yo pensaba que estaban abiertas de par en par. Dicen que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, pero ¿somos capaces de ver ese movimiento de manera consciente alguna vez? ¿Se puede decir que las oportunidades son cosas que se abren y se cierran? ¿O son cosas inamovibles que tienen un único estado inalterable, y que lo que nosotros tenemos que hacer es darnos cuenta cuál es?

17 de julio de 2013

La onda verde pasó de moda

Una charla con una amiga me hizo reflexionar. Ella me dijo que las mujeres siempre queremos cambiar a los hombres, siempre creemos que podemos convertir a Casanova en el Príncipe Azul (¿les suena la película "Dime con cuantos"?). Y es tal cual, yo estuve ahí y espero nunca volver a cometer el mismo error.
Algún día las mujeres nos vamos a dar cuenta de que cuando un tipo te dice algo es porque realmente lo piensa, no hay ningún mensaje subliminal, no hay nada para leer detrás, ELLOS NO SON  NOSOTRAS.
Lo peor de todo es que nos potenciamos entre nosotras. El tipo te dice que no quiere nada serio, solo sexo. Al otro día vos vas, les contás a tus amigas toda la situación y BUM! resulta que él está re enganchado! Y cuando menos te lo pienses te va a pedir de conocer a tu familia!
No chicas, basta de mentirnos, todas pasamos por alguna situación así y todas sabemos como termina: MAL.
Los hombres son más sencillos de lo que creemos, no tienen dobles discursos ni dobleces, no se paran a pensar las cosas de la manera rebuscada que nosotras lo hacemos.
Así que amiga, deje de intentar reformar a su chongo, no se gaste, porque como otra amiga mía dijo "Nace chongo, muere chongo". Sea feliz, y si busca algo a largo plazo, hágalo con alguien que haya superado la etapa "Una para cada día de la semana".
Hágalo por usted y por la salud mental del pobre tipo al que convirtió en proyecto de reciclado ;)

16 de julio de 2013

Huyan mientras puedan

¿Cómo manejamos el enojo? Si es que acaso se puede manejar. Tengo que aprender a enojarme. No porque no lo haga a menudo, el aprendizaje tiene que ver con la totalidad del proceso. El problema es que no me enojo cuando debería hacerlo y en cambio hay cosas que no tendrían porque enojarme que me terminan sacando.
Y lo peor es que en las dos situaciones después me termino sintiendo culpable por haber tenido la reacción equivocada.
Si, culpable, yo. ¡Capáz que un día los sorprendo y escribo sobre algo que no sepan!
Pero volviendo al enojo, ¿cómo puede ser que una reacción tan visceral a veces me surja en frío? ¿Y cómo puede ser que a veces chispita se prenda con el mínimo gesto?
Tengo que aprender a enojarme, a enojarme cuándo corresponde y con quién corresponde.
Tengo que aprender a descargar la ira, como sea, la bolsa de arena para darle golpes no es una opción... la gata acaba de salir corriendo después de que escribí eso, "basta de daños colaterales" dijo.

14 de julio de 2013

Mil planteos y uno más

A ver, pensemos en las frustraciones y las motivaciones. Que uno no esté bien en el trabajo es un motivo lógico para estar mal en otros aspectos de la vida. Pero ¿tiene que ser algo tan terminante? ¿cómo puede ser que un único aspecto nos golpee tanto?
Más que ponerme a pensar en los daños colaterales podría pensar un poco en qué me está frustrando. A ver, básicamente no estoy haciendo lo que realmente quiero. Estoy aprendiendo, estoy de acuerdo, y tengo muy poco tiempo de experiencia, con lo cual todavía estoy pagando el derecho de piso. Pero todo tiene un límite.
Aparte me preocupa mucho el tema económico, que no está bueno, nunca fui una persona dependiente de lo material, pero vivir al límite no me gusta, me hace sentir... no se... me hace sentir que no soy suficiente ¿? que no rindo suficiente ¿? no sé como expresarlo.
Necesito algo que alimente mi ego, algo que me diga que tengo un valor extra, algo, lo que sea, que me demuestre que no soy promedio.
Se viene una segunda mitad del año dura, larga, penosa, que va a requerir de mucha concentración de mi parte para no renunciar a cosas, para llevar todo adelante sin dejar nada en el camino.
Honestamente, no creo contar con la voluntad suficiente.
Espero equivocarme.

Absolutos finitos

Es como empezar algo que nunca se va a terminar. Es simplemente extraño. La vida es algo extraño. ¿Qué esperamos? ¿Qué queremos? Creemos estar siempre tan seguros de los fines que perseguimos, pero lo que hacemos en realidad es siempre quedarnos dando vueltas en una calesita infinita que nunca para, nunca baja la velocidad, simplemente se queda girando por su propia inercia.
Caminar, caminar, aire entra, aire sale, ¿y entonces qué? ¿Claridad acaso? Nah, eso nunca. ¿Y entonces qué?
¿Será que alguna vez, después de muchos años, vamos a caer en la cuenta de que estuvimos equivocados siempre? ¿O es simplemente una cuestión de aceptación, de admitir que todo tiene un motivo, una razón en nuestra vida?
Pensar que todo es un parte de un aprendizaje limita con el optimismo absurdo. Sino sería todo más fácil, nunca nos equivocamos, todo tiene un por qué, todo contribuye a la causa, ¡Qué grandiosos que son nuestros actos!
Pero siempre hay un punto donde tenemos que responsabilizarnos por el aquí y ahora. ¿Y qué hay en el aquí y ahora? No sé, a veces veo todo tan borroso que no sé lo que tengo enfrente de mi nariz. Aquí y ahora... Aquí, en el lugar que quiero estar ¿En el lugar que quiero estar? Ahora, ahora me gustaría haciendo otra cosa, pero solo se me ocurren imposibles tan absolutos que hasta ponerlos por escrito suena irracional.
¿Escucharon sobre el delirio de grandeza? El mio es el delirio de la nada misma. El delirio de la pequeñez. Me siento tan chiquita en el mundo tan enorme, como una adolescente, intento entenderlo todo y sigo sin entender nada. Intento alcanzar todo y apenas llego al primer piso.
No, ni tanto análisis, solo delirios, todo inconexo, todo fugaz.

23 de junio de 2013

Life is what happens...

Aquella búsqueda de la normalidad que siempre emprendemos nunca nos condujo a nada. Lo que mueve montañas es la locura, lo inesperado, la acción improvisada y pasional. La vida no tiene de normal ni un pelo, todo es vertiginoso y caótico,  y es eso lo que le pone sal al asunto. ¿Quién quiere una vida normal, cuando se puede optar por una vida inquieta? Nunca nos vamos a quedar quietos, siempre vamos a evolucionar, involucionar, mutar, sumar, restar. Todo eso junto o por separado, en orden o desorganizado.
Las cosas nunca vuelven a la normalidad, porque no hay nada más aburrido que sentarnos en nuestra normalidad y ver la vida pasar. Suframos, riamos, lloremos, amemos, dejemos que nos vuelen la cabeza y volemos cabezas de vez en cuando. Pero nunca nos asentemos en la normalidad. "La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes" dijo Lennon, así que dejemos de planear y dejemos que todo fluya, que las mejores cosas pasan cuando no las estamos pensando.

19 de junio de 2013

Edición Vespertina III

"La vida me impide encontrarte" (*), aunque digan que el que busca encuentra, aunque digan que todo se encuentra cuando se deja de buscar. Porque hay cosas para las que no hay una fórmula, para las que no aplican los viejos proverbios, los consejos de siempre. Porque hay cosas tan sorprendentes que nos voltean en el aire como un barrilete.
La vida me aleja y me acerca, no sé a dónde ni por qué, solo siento el movimiento bamboleante, esa fluctuación inexplicable en el aire que me agita y no logro calmar. Zozobra quizás sea la palabra. Aunque llega un momento que preferiría que se convierta en naufragio, que la tormenta se termine y llegar a un puerto. No digo buen puerto, no pido tanto, pido solo tierra firme.
Tierra firme... cuantas veces pensé y cuantas veces escribí sobre esa necesidad que tengo de pisar sobre seguro, de apoyar mis pies sobre terreno raso. Cuántas veces voy a llegar la conclusión de que no existe algo así, que la vida tiene un vaivén continuo que nunca se detiene, que es parte de su ritmo, de su baile eterno.
En definitiva, que me quedo con mi búsqueda inconclusa, no imposible, solo eterna. Esa búsqueda de algo que sigo sin saber qué es, pero que siento que me falta. Aquello que solo conoceré cuando lo encuentre.

(*) Te odio, Ismael Serrano

16 de junio de 2013

Un candombe en la cabeza que no para de sonar

Es extraño como cada segundo de la vida es afectado por una cantidad infinita de variables. Cosas que deberían tener un único típo de reacción nos generan algo contrario.
No sé si es que quizás uno se acostumbra a los golpes, entonces cada vez duele menos. O simplemente que uno se acostumbra a afrontar las cosas duras, entonces cada vez se vuelve más impermeable, más maleable, reacciona más rápido, se transforma con mayor facilidad.
Ya no tiene que ver con escudos, con paredes, con estructuras. ¿Tiene que ver con optimismo? ¿O es simplemente otro tipo de caparazón que me estoy poniendo sin darme cuenta? ¿Será realmente que ciertas cosas me las tomo más a la ligera o es que no me quiero hacer cargo de ellas?
Siento que me están bailando un malambo en la cabeza, el corazón ya no responde, tiene propio pulso, las ideas no se conectan, son incongruentes.
¿El ojo de la tormenta? ¿O la calma antes de la tempestad?
¿Será la madurez de la edad o mi inmadurez innata que le da este tono irreal a las cosas que me rodean?
Creo que no tiene sentido pensarlo mucho más, todo lo que pienso son nuevas preguntas, interrogantes, ninguna respuesta. Y si surgiera alguna, se mezclaría con el caos y no la sabría reconocer como tal.

13 de mayo de 2013

Edición Vespertina II

"Sueña un sueño despacito entre mis manos, hasta que por la ventana suba el sol" (*). Sueña hoy, sueña mañana, nunca dejes de hacerlo. Nunca dejes que la imaginación se estanque, que se acostumbre a no soñar. No todos los sueños se cumplen, no todos los sueños se alcanzan, muchos se truncan en el camino. Pero más triste que todo eso es una vida sin sueños.

Soñamos imposibles, soñamos nuestros deseos, que nunca se concretarán en la realidad, pero son verdaderos en nuestros sueños. Soñamos despiertos cada día con aquello que nos cambiará la vida, soñamos a cada paso que el siguiente será el definitivo.

Los sueños sueños son, pero no por ser solo sueños debemos dejarlos de lado, ni debemos dejar de pensarlos. Todas las noches intento soñar, me acuesto con alguna idea ficticia en la cabeza y la desarrollo, juego con las situaciones, las pruebo, las cambio. Situaciones que solo quedarán en las ficciones de mis sueños, pero sin embargo no por eso dejo de realizar este maravilloso ejercicio. Ejercicio que mantiene mi cabeza carburando, aceitada, que no deja que las ideas se duerman, que no deja que las esperanzas se duerman.

Sueño un sueño despacito, pieza a pieza, sin quererlo. Sueño lo que tuve, lo que nunca tendré, lo que alcanzaré. Sueño aquello que ni siquiera deseo. Sueño aquello que me supera y me redime. Sueño quien soy y al soñarlo dejo de serlo para convertirme en quien quiero ser.

(*)  Muchacha ojos de papel, Luis Alberto Spinetta

7 de mayo de 2013

Edición Vespertina I



"Nadie nos avisó (...) que crecer es aprender, que para regresar y para casi todo es tarde"(*). Hay quienes dicen que crecer duele, pero el dolor es parte del aprendizaje. Uno no puede quedarse solo con las cosas positivas de la vida y creer que se aprende de lo buenos que nos sucede. El verdadero aprendizaje está en aquello que nos moviliza completamente, que trastoca nuestras vidas, que la deja patas para arriba y nos sacude las monedas de los bolsillos y las ideas de nuestra cabeza.
Aprendemos de aquello que nos cambia el paradigma, que nos demuestra que las cosas no son como creemos o creíamos. Crecer implica enfrentarse a realidades impensadas, a situaciones que en nuestros sueños adolescentes no podíamos vislumbrar.
Para regresar es siempre tarde, para todo es tarde. La fugacidad del tiempo es tal que se escapa a cualquier imaginación. Solo nos queda el hoy y ahora, un segundo después se convierte en nuestro pasado y se sumerge en ese aprendizaje que mencionaba antes. Cada segundo construye nuestra vida. Como la cera de una vela que arde a lo largo de la noche, la forma y efecto que tendrá es imprevisible, solo nos queda vivirlo y pasarlo, para después poder observar la obra terminada pero en constante construcción.
¿Podremos en algún momento volver la vista atrás y ver todo ese camino? Supongo que depende de la visión de la vida después de la muerte que cada uno tenga. Yo creo que cada cierto tramo de nuestra ruta, algo nos hace girar la vuelta atrás, observar el camino recorrido, repasarlo y tratar de entenderlo. Y convertirlo en algo realmente aprendido. Porque crecimos. Porque ya no somos los mismos.

(*) Canción para un viejo amigo, Ismael Serrano.

24 de abril de 2013

Escape

Cierres. Closure. Etapas.

Como si dar un paso adelante sea dejar las cosas atrás y nunca volver a darse vuelta. No funciono de esa manera. Tengo que dejar todo perfectamente cerrado, empaquetado, con moño si es posible.

¿Dejar que algo se me escape de las manos? Nunca.

¿Dejar algo a mitad de camino? Jamás.

No sé, será una tara mía, una cuestión de terquedad, un impedimento, mi cabeza dura que no cede. Sea lo que sea, es como me sale.

La vida permite ciertas flexibilidades, ciertos changüis, un poco de cintura en algunos aspectos. Pero yo no me siento cómoda con eso, soy demasiado cuadrada para algunas cosas, demasiado estructurada.

¿Pros, contras? Todos y cada uno, para ambos lados. ¿Equilibrio? None, ¿qué es eso? Desconozco.

Así estoy, obturada con mis propias ideas. Esperando un escape de aire puro, una pausa quizás, un lapsus en el continuo vaso rebalsado que es mi cabeza. Solo un soplo de aire fresco.

15 de abril de 2013

Uniqua

Cuántas veces las cosas van a cambiar? Cuántas veces nos vamos a encontrar con cosas nuevas? Cuántas nos vamos a encontrar con desafíos?
Tanta filosofía barata hablando de la vida como un río que fluye, como un camino que se bifurca en sendas sencillas o sendas más complicadas. Tantas teorías elaboradas al respecto, tantas palabras se le dedica. Sin embargo, a la hora de la verdad, a la hora de la realidad, las cosas salen como salen, sin premeditación. Hasta para mí, que pienso todo mil veces antes, que le doy vuelta a la rosca hasta que se vuelve lisa y gira en falso. Hasta a mí me pasan las cosas sin pensarlas.
Lidiar con cambios bruscos nunca fue mi fuerte, supongo que no es el de nadie, pero a mí en particular me movilizan demasiado. Que un plan se salga de su curso es un mundo entero que se viene abajo. Pero cuando las cosas se encauzan de una manera u otra, la satisfacción es más grande que la esperada, la paz alcanzada no tiene límite. La adrenalina es intoxicante, la relajación posterior lo es aún más.
Tantas veces intenté imaginar situaciones, encontrar todas las vuelta posibles, todas las chances, todas las opciones, las malas, las buenas, las mejores y las peores. Y tantas veces me encontré con que la vida me sorprendió de manera balanceada, un poco bien, un poco mal, un poco mucho.
Pero así y todo creo que nunca voy a aprender, que mi mente nunca va a lograr relajarse al punto de dejar que ese río teórico fluya a su libre albedrío, nunca voy a dejar que esa rosca deje de dar vueltas, en una secuencia regular y pasiva sin fin.
Y sin nunca aprender y sin nunca dejar de sorprenderme, la vida sigue su curso y me hace quien soy, pasional e impulsiva, obsesiva y controladora. Única.

12 de enero de 2013

Volando cometas

Quien sabe que pasará mañana, quien sabe con qué se encontrará. No importa tanto el saber o el conocer, hay veces que no vale la pena, que incluso dejándonos llevar las cosas no son lo que uno espera. Uno forma vínculos, relaciones, se aferra, se vulnera cuando siente que no corre peligro y sin embargo no siempre la respuesta es la esperada. A veces esa persona no era la adecuada para recibir nuestra amistad, a veces es más lo que uno cree que hay que aquello que realmente existe. Pero no por eso deja de ser triste cuando la realidad nos enfrenta con nuestro error, cuando uno se encuentra sentado frente a alguien pero hablando solo, desnudando las ideas y el alma, pero hablando solo. Tratar de remontar lo irremontable, una perdida de tiempo. Es preferible dejar ir la idea de lo que creíamos tener pero no existía.

2 de enero de 2013

Escenario

De tanto extrañarte te desconozco, ya no distingo tu realidad de mi ficción, ya todo es una escena brumosa, nebulosa, poco clara e inconclusa. De tanto recrearte ignoro los detalles, los magnifico y minimizo por igual, son y dejan de ser casi al mismo tiempo. ¿Y qué hay si no un recuerdo? ¿Qué existe sino aquello que pensamos? Donde las palabras no son tangibles, donde el imaginario es más fuerte que una realidad inexistente, nada es tan real como lo percibimos.

Sleepless in Seattle

Y en una noche de insomnio ya no me queda nada por decir que no haya dicho antes. Ya no me vienen a la cabeza maravillosas historias por contar, ya no me reclama la fantasía de mis ideas, se me agotaron las cosas que no son. Ya no surgen tragedias que llorar ni finales felices color de rosas. Ya no me reconozco en esas ficciones que mi cabeza urdía.
Será que soy más sensata, quizás más realista, quizás simplemente me canse de tejer sueños cual Penélope. O quizás se me terminaron las historias para contar hasta el momento y todavía no haya empezado siquiera el camino de mi próxima aventura.
Quizás ya no me alcanza con mi ficción y punto.

1 de enero de 2013

No list

Si cerramos al 2012 de manera simple, sin balances, abramos el 2013 sin listas de deseos o de metas. Los años pasan, el tiempo corre, los objetivos se alcanzan o no, todo depende de cada acción y reacción diaria, no tiene que ver con la predisposición un 1º de Enero. Entonces, en vez de sentarnos a armar una lista de deseos para el año que empieza, movámonos, activemos, reaccionemos, vivamos, respiremos, sintamos. Nunca dejemos de sentir. El dolor, el amor, la pena, la gloria, la alegría, sobre todo la alegría, llorar de la risa hasta que nos duela la panza. Y abrazar a alguien todos los días, no dejar el Hola en un saludo y un beso fugaz en la mejilla, saludar a esa persona que nos desea un Buen día con un abrazo, como una manera de compartir un poco de energía vital.
No, parece, pero no es una lista de deseos, es solo un recordatorio básico para todos los días, primeros de Enero, mediados de Abril, días hábiles o feriados: sonreír y amar la vida misma. Es fácil y más corto que una lista.