No creo que pueda compararme a la Ladrona de Libros de Zusak. Evidentemente nuestras situaciones sociales e históricas son totalmente diferentes.
Pero yo también empecé leyendo a escondidas, y una vez quise realizar un gran robo, pero todavía no termino de concretarlo.
Cuando tenía unos 8 años, mientras intentaba dormir cada noche, observaba la pared frente a la cabecera de mi cama. Desde ahí, una larga y prolija colección de libros me miraba, quietita quietita, esperando a llamar mi atención. Y no tardó mucho en hacerlo.
Un día, estando sola, decidí fijarme qué eran todos esos libros tan igualitos, tan bonitos. No era cosa fácil fijarme, porque a esa edad era apenas una enana de jardín, llegar a cualquier estante era de por sí una aventura. Acomodé una toalla sobre la cama y encima puse una banqueta. Me encaramé sobre la escalera recién inventada. Todavía recuerdo el movimiento de la banqueta bajo mis rodillas, siempre estaba a punto de caer.
Llegué a las alturas.
Y ahí estaban, esperándome, la colección de libros de mi hermana mayor. Una colección variada, dividida y ordenada por género, desde las de detectives (marcados con un símbolo amarillo) hasta los libros de vivencias, historias reales (marcados con un símbolo rojo).
Yo estaba ahí, apenas hace un año que sabía leer, sin embargo tenía unas ganas locas de sacar uno de esos libros y practicar lo aprendido en el colegio.
¿Qué mejor manera de empezar que por el primer libro de la fila? "Las memorias de Sherlock Holmes". Quizás fue lo que se llama destino el que decidió que fuera ese el primer libro, porque la verdad, nunca pude volver a separarme del género policial, nunca.
¿Y dónde está la similitud con la Ladrona de Libros? Bueno, digamos que yo no consideraba que si pedía prestado el libro me lo iban a dar, así que cada vez que me quedaba sola en mi casa, armaba mi escalera, tomaba el libro del estante, leía en mi cama un rato y después lo volvía a poner en su lugar. Solo a veces me animaba a quedarme lo un par de horas, y por la noche lo escondía abajo de mi almohada, para que nadie lo viera.
El gran robo está por perpetrarse...... Hace años mi hermana se fue a vivir sola y la colección quedó en la casa familiar. Hoy, yo también vivo sola, y los libros me esperan en mi vieja casa, para que logre llevármelos, para que los vuelva a repasar, para que vuelva a leer uno por uno como hice a lo largo de mis años escolares.
Los dejo, me voy a urdir un plan para lograr el robo del siglo.
Pero yo también empecé leyendo a escondidas, y una vez quise realizar un gran robo, pero todavía no termino de concretarlo.
Cuando tenía unos 8 años, mientras intentaba dormir cada noche, observaba la pared frente a la cabecera de mi cama. Desde ahí, una larga y prolija colección de libros me miraba, quietita quietita, esperando a llamar mi atención. Y no tardó mucho en hacerlo.
Un día, estando sola, decidí fijarme qué eran todos esos libros tan igualitos, tan bonitos. No era cosa fácil fijarme, porque a esa edad era apenas una enana de jardín, llegar a cualquier estante era de por sí una aventura. Acomodé una toalla sobre la cama y encima puse una banqueta. Me encaramé sobre la escalera recién inventada. Todavía recuerdo el movimiento de la banqueta bajo mis rodillas, siempre estaba a punto de caer.
Llegué a las alturas.
Y ahí estaban, esperándome, la colección de libros de mi hermana mayor. Una colección variada, dividida y ordenada por género, desde las de detectives (marcados con un símbolo amarillo) hasta los libros de vivencias, historias reales (marcados con un símbolo rojo).
Yo estaba ahí, apenas hace un año que sabía leer, sin embargo tenía unas ganas locas de sacar uno de esos libros y practicar lo aprendido en el colegio.
¿Qué mejor manera de empezar que por el primer libro de la fila? "Las memorias de Sherlock Holmes". Quizás fue lo que se llama destino el que decidió que fuera ese el primer libro, porque la verdad, nunca pude volver a separarme del género policial, nunca.
¿Y dónde está la similitud con la Ladrona de Libros? Bueno, digamos que yo no consideraba que si pedía prestado el libro me lo iban a dar, así que cada vez que me quedaba sola en mi casa, armaba mi escalera, tomaba el libro del estante, leía en mi cama un rato y después lo volvía a poner en su lugar. Solo a veces me animaba a quedarme lo un par de horas, y por la noche lo escondía abajo de mi almohada, para que nadie lo viera.
El gran robo está por perpetrarse...... Hace años mi hermana se fue a vivir sola y la colección quedó en la casa familiar. Hoy, yo también vivo sola, y los libros me esperan en mi vieja casa, para que logre llevármelos, para que los vuelva a repasar, para que vuelva a leer uno por uno como hice a lo largo de mis años escolares.
Los dejo, me voy a urdir un plan para lograr el robo del siglo.