29 de abril de 2012

Conocerte con los ojos cerrados

Partamos de esta idea romántica, que no comparto, de que existe el amor a primera vista. Esto deja demasiado librado a un solo sentido lo que no tiene que ver con ningún sentido en realidad. A primera vista nos habla de eso que entra por los ojos, de aquello que miramos, de una imagen, que puede corresponderse o no con la realidad que representa. Otra frase hecha apoya mi postura: no todo lo que brilla es oro.

Durante mucho tiempo afirmé que me doy cuenta cuando alguien me gusta o no la primera vez que lo veo, desde el primer momento algo me llama la atención. Ya descreo de eso que decía, no porque alguna experiencia me haya probado lo contrario, sino porque con el tiempo comprobé que la mirada es el más subjetivo de nuestros sentidos. A veces vemos algo hermoso influidos por nuestros sentimientos y nos hacen verlo así, y lo contrario también pasa: cosas que nos generan rechazo, no podemos ni verlas.

De nuevo, todavía la experiencia no me demostró cual de las dos ideas es la correcta o si alguna está errada, pensar que el amor parte de una sola mirada me deja con gusto a poco, prefiero pensar que es algo que se gana paso a paso, pese a las primeras impresiones, pese a la manera en que nos engañan los ojos.

Una persona, que no voy a nombrar porque es piedra, una vez me preguntó qué puntaje le daba a mi ex novio en cuanto a lindo. Mi respuesta fue: 6, y esta misma persona no podía creerlo. Me insistía en que si estuve con él era porque lo consideraba un número más alto. Lo que no logré que entendiera (lo cual no me sorprendió en absoluto) es que cuando uno está enamorado siempre ve al otro como un 10, cualquier gesto del ser amado nos parece maravilloso y valioso. Pero una vez que ese amor se fue, como es el caso con mi ex, uno puede volver a ser objetivo, ve las cosas con los ojos del cuerpo y no con los del corazón, y puede ser sincero y poner un 6 cuando es merecido.

Así que me muestro contraria a la idea del amor a primera vista, yo, una romántica extrema, porque es muy simple dejar la responsabilidad en un solo segundo, en un solo momento, en un solo sentido. Es no hacerse cargo de tantas otras cosas que involucran el nacimiento de un amor.

23 de abril de 2012

Arriba del 41

Siempre que me pongo a escribir, las mismas ideas surgen para empezar un texto: respirar hondo, dejar la mente ir, las ideas que vuelan solas. Quizás porque para mí escribir no implica solo el texto, sino que incluye todo el proceso que me lleva a ello.
Una vez me preguntaron cada cuanto escribo en el blog, y la respuesta fue que cuando me sale. Porque es así para mí, es un proceso en sí mismo, desde que la primer idea llega a mi cabeza, pasando por el camino que me permite hacerlas palabras, hasta el momento en que logro plasmarlas en un texto.
Hoy las palabras llegan así de la nada, arriba de un colectivo, sin una idea puntual que las inspire, solo la necesidad que escribir lo que me viene a la mente.
Quizás exista un patrón, quizás mi cabeza tiene un disparador, algo que genera esta necesidad, pero todavía no logro identificarlo y la verdad que no quiero hacerlo. Prefiero esta libertad de acción que me lleva a mover los dedos, a tipear, donde sea que este, en el momento que sea.
Muchas veces la vida nos inspira, muchas veces no, y así y todo escribo.
Me alegra tener esto que me puede salir por impulso y que nadie ni nada puede detener.