20 de junio de 2012

Mientras me aguanten los huesos

"Sé que no puedo dormir porque siempre estoy soñando: en invierno con el sol, con las nubes en verano". Soñar incoherencias, cosas absurdas, un mundo patas para arriba, nos quitará el sueño, nos mantendrá despiertos por las noches, pero tiene un no se que particular que lo hace casi adictivo.
Luego de días de esa confusión casi puber (como bien señaló una amiga por allí), encuentro la calma y la paz necesaria en mi propia cotidianidad.
Es extraño, porque mucha gente le teme a estar sola (yo era así hasta hace unos años), le tiene miedo a la rutina, a quedarse en casa, a lo cotidiano.
Y sin embargo yo encuentro en este espacio y tiempo tan mío algo que nadie me puede perturbar.
Después de días de no estar cómoda ni en mi propia cama, volver a sentir ese algo particular que me da la soledad, esa conexión conmigo misma que me deja ser más allá de la hostilidad del mundo exterior.
Quizás algunos lo vean como una forma de acorazarme, de esconderme atrás de un escudo. Yo creo que es al revés, creo que plantarme sobre mi propio terreno me da otra posición para enfrentarme al mundo, otra seguridad. No me escondo, al contrario, yo le pongo el pecho a todo lo que siento, pienso y a las consecuencias que eso trae en mi vida.
Así que sin planes ni ataduras me zambullo nuevamente a la vida, sin miedo a los golpes que puedo recibir, solo miedo a no estar tomando las decisiones correctas.



1 comentario:

  1. Me parece estar leyéndome a mí misma, hay mucho de mi en tus palabras ¡bienvenida a mi mundo! Sin temor a equivocarme creo que eso se llama madurez ;)
    Un beso!

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