6 de agosto de 2012

Vértigo, que el mundo pare

Subidas y bajadas, idas y venidas, esa calma que no llega para detener el implacable vértigo. Esta cabeza que se revoluciona cada cierto tiempo, a la que le cuesta tanto relajarse. Me encierro en mi propia cáscara, ese escudo infalible, infaltable, el ostracismo perfecto, el aislamiento de las ideas, a ver si así solas se acomodan un poco y dejan de golpearme.

Esa necesidad imperante de entrar en acción, de un cambio brusco, de un giro inesperado, de que la vida tuerza en una esquina y me deje patas para arriba.

Es raro, las ganas de caos, de movimiento, se cruzan con la necesidad de bajar un par de cambios, de tranquilidad, de no pensar. Quizás es eso, el no pensar, la acción no da tiempo a la idea,la adrenalina del movimiento no da tiempo para la reflexión, para la crítica, para golpearse por lo hecho o no hecho.

No sé que será, pero en definitiva no me aguanto en esta piel, necesito estallar y ya.Ni el llanto llega a salir, se queda ahí atorado, sin saber cómo escapar, por qué hacerlo, la angustia queda muda e inconclusa. 

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