28 de agosto de 2012

Trozos de cristal

Me tropiezo, me caigo y vuelvo a tropezar. Quizás me tomen por loca o por ciclotimica, simplemente soy un ser humano. Un ser humano que hace análisis por suerte! Pero ser humano al fin, con sus bajones y sus subidones, sus días malos y sus días buenos. Como dice la canción: hay días que parece que nunca se va a apagar el sol y otros son más tristes que una despedida en la estación.
Lo que si puedo decir es que siempre intento ver el vaso medio lleno. Aunque hay cosas que me cieguen, que me hagan agachar la cabeza, siempre intento remarla y llegar a buen puerto.
Pero no puedo evitar que los malos días me hagan pensar si hago las cosas bien, si no me estaré equivocando de rumbo.
Últimamente me pasa de hacer las como las siento correctas y sin embargo que se me desbarajusten en algún punto, mirar para atrás y decir: pero la pucha, si esta vez no me equivoqué, si hice las cosas bien!
Y ahí es donde todo se me enreda y cuando lo empiezo a desenredar me doy cuenta que tengo que dejar de pensar en el ayer y empezar a pensar en el hoy, empezar el revisionismo de mi propia historia, de mi propio ser, centrarme en quien quiero ser y no en quien no fui o en quien me va a convertir mis actos.
Soy el hoy y ahora, soy mis actos inmediatos, soy esto que veo adelante del espejo. Y pese a todo siempre me gusta lo que veo en el espejo y eso es bueno.
No puedo evitar la mirada del otro, ponerme en posición de acuerdo al otro que tengo enfrente y tratar de que me vea de la forma que pretendo o por lo menos que no lo haga como no quiero. La experiencia me demostró que eso es imposible, que hay cosas que son tan mías que por mas que intente no las puedo desterrar y que la cuestión no es hacerlas desaparecer sino abrazarlas como algo mío, hacerme cargo de eso que no me gusta y tratar de mejorarlo, desde la misma bases desde la que salió, desde mis propia entrañas, desde mi propio centro.

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