6 de octubre de 2014

Desvaríos de un lunes por la tarde

Cuando uno tiene unos días sin trabajar, aunque se esté cursando en la facultad, es más fácil encontrar momentos para el disfrute. El problema es la vuelta a la rutina. El día 1 después de las vacaciones la verdad que me está matando. El trabajo es como una mala relación: cuando uno se pelea, al mes extraña a su pareja y recuerda todas las cosas buenas, se produce el reencuentro, la reconciliación y apenas 2 días después recordamos que cortamos porque era un desastre! La nostalgia solo nos hace recordar las cosas buenas, se olvida de las malas.
No es que mi trabajo sea malo, me gusta el rubro en el que estoy, dentro de todo me gusta la empresa en la que estoy, pero todo tiene sus altibajos. Y el mayor altibajo para mí es el desorden. Lo tengo bastante disimulado, pero puedo llegar a ser muy obsesiva, y pasar tantas horas al día en un lugar desorganizado me estaría empezando a afectar. No hablo solo de un desorden físico, que lo hay, sino también de algo estructural. Me encanta trabajar en una empresa donde somos pocos, nos conocemos entre todos y la política es de puertas abiertas porque casi no tenemos puertas, pero en este tipo de estructuras hacen que muchas cosas recaigan sobre poca gente, y en mi afán de mantener todo organizado, suelo sobrecargarme más de lo que debería. Y aunque no lo haga a propósito, las circunstancias no me dejan otra opción.
Conclusión: necesito encontrar formas para que esto no me afecte, para no estresarme, porque en definitiva esto es un trabajo lo que tiene que preocuparme realmente son cosas de mi propia vida.
¿Consejos? Escucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario