7 de junio de 2014

Historias sin fin

Llega un momento en que uno se cansa de lo que es y quiere ser, y lo único que desea es dejar caer la armadura, quedar desnudo, expuesto, débil, frágil y ser derrotado en el intento. Es un pensamiento derrotista, pero once in awhile nos llega a todos esa idea. Especialmente a quienes somos exitistas. Llega un momento que se nos terminan las ganas de correr, de triunfar o buscar triunfar, de poner siempre nuestra cara de buenos amigos.

No es que lo hagamos de manera consciente ni mucho menos que esté mal que lo hagamos. Me tomó mucho tiempo encontrar mi propia paz y hoy por hoy mi mayor careta es contra la gente negativa, con la gente que lleva una nube sobre sus cabezas todo el tiempo y no la quieren dejar ir. Y la única manera de mantener alejada a esa gente es siempre brillar, siempre tener una sonrisa más grande que logre espantar los nubarrones ajenos. Pero bueno, esa no es una postura que uno pueda mantener todo el tiempo, requiere esfuerzo y compromiso. Requiere levantarse todos los días y reconfirmar nuestras decisiones de vidas, aquellas según las cuales dejamos atrás los días oscuros y solo dejamos entrar la luz. Reconfirmar que estamos donde queremos estar, que esto es lo que queremos ser, y que nadie puede derrotarnos, salvo nosotros mismos.

Es fácil decirlo, y algunos días es muy fácil hacerlo. A veces no es tan sencillo y las energías se agotan tratando de mantener todas las pelotas flotando en el aire.

Hace mucho que no usaba esa metáfora... Hace mucho que no me sentaba a pensar en cuantas pelotas estoy tratando de mantener flotando en el aire... Quizás sea hora de dejar que algunas caigan, que se hagan terrenales, que dejen de flotar para tocar el piso, crear raíces, darme solidez.

1 comentario:

  1. Lady Eowyn que buena reflexión, a veces pasa pero siempre debemos buscar la manera de ver todo de una manera positiva, no todo es tan gris como parece

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