19 de enero de 2011

Soplando nubes desde abajo

Ver las cosas más claras me ayuda mucho, pero también me duele mucho. Ya dije basta para mí, basta para todos, ahora toca hacer el duelo de ese parate, poner el límite donde corresponde y seguir caminando.

Por un lado, siempre la decepción es la forma más fácil de afrontar algo, el otro tiene la culpa y lo único que me queda por hacer es cuidarme a mí misma. Pero que sea más fácil la teoría no significa que se más fácil la práctica.

Rescato de lo que me pasa que me estoy quedando con lo que quiero, que por primera vez elijo priorizar aquello que a mí me hace bien y lo cuido a capa y espada. Creo que eso es lo que más fuerzas me da en esta especie de duelo, saber que en otro momento mi decisión hubiese sido otra y claramente no hubiese sido la correcta. Pero ahora puedo ver donde el otro falla, esa falla que no tiene relación conmigo sino que es suya propia, y dejo de hacerme cargo de ese peso que no me pertenece, y a cambio me hago cargo de mi propia felicidad.

Tampoco me quiero hacer la superada, ya quisiera basar mi felicidad en eso que no logré tener, pero como ya dije, hay cosas que no dependen de uno. Pero por suerte hay una porción que puedo rescatar, algo que no es lo mismo pero también me hace feliz, lo sumo a mi seguridad, le agrego la fortaleza de poder encontrar aquello que me hace bien y saber retenerlo, y me sale una receta riquísima. Quizás le falta levadura, pero les puedo asegurar que igual se me dibuja una sonrisa cuando la pruebo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario