10 de junio de 2009

Dicen Bécquer y Lady Éowyn

"Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama."

Es un fuego que me quema, que nace de mi pecho, recorre mis venas con la fuerza de mi propia sangre, oxigena mi cuerpo, le da nueva vida.
Es un fuego que se une al tuyo cuando nuestros cuerpos se tocan, cuando un simple beso roza mis labios, cuando tus caricias recorren mi cuerpo.
Es una sola llama que nos abraza, nos rodea. Pero no nos consume, sino que nos alimenta, nos brinda calor y luz, nos da energía para que la llama de cada uno sobreviva.

"Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata."

Porque el momento de la unión es gloriosa, porque los astros chocan en el cielo provocando que el Universo vuelva a formarse a nuestro alrededor.
Y la misma gloria trae la paz de las aguas, esa paz de las olas cuando llegan a la costa y se recuestan sobre la arena. Esa armonía entre los dos elementos que se funden, se compenetran, se entienden y no vuelven a separarse.

"Dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas."

Dos almas que se encontraron por casualidad, se besaron por el destino, se abrazaron para nunca separarse.
Dos ideas diferentes, mentes tan diferentes, y esa diferencia es la que las unió. Porque se complementan, encastran tan perfectamente como cuando apoyo mi cabeza en el hueco entre tu hombro y tu cuello, cuando me decís que encaja tan bien que nunca la sacarías de ahí, salvo para besarme.

(Rimas XXIV)

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