29 de junio de 2010

No soy la mejor mujer

Aun creo en las utopías y el día que deje de creer en ellas ya no voy a ser yo. Porque en algún momento de mi vida toqué fondo, porque hubo un día en que vi todo negro, porque hubo muchas faltas en mi existencia, muchos agujeros en mi alma. Pero logré ver la luz entre los ladrillos de la celda en que me aprisionaba, y por esa rendija salí al mundo y vi el sol.
Así que sí, creo en las utopías, me maravillo con facilidad y todas las cosas me parecen increíbles. No cambiaría esa capacidad de asombro por nada en el mundo.
¿Me daré la cabeza contra la pared con tanto optimismo? Probablemente, pero la vida ya me pegó tan duro que no puede dolerme más. Y los dolores de los nuevos golpes serán pasajeros, y al tiempo serán solo recuerdos. Solo dejarán su cicatriz para probar que existieron, para recordarnos que hay cada tanto una pared contra la que podemos chocarnos y para que la próxima vez sepamos esquivarla.
Si tengo que golpearme mil veces para disfrutar de esta vida, lo voy a hacer. No hay nada que valga tanto como para impedírmelo, nada que valga más que la vida misma y el sabor que deja en mi boca y la sensación de viento fresco contra mi cara.

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