14 de julio de 2010

Invierno - Por Ismael Serrano

(Ver Post original) El invierno austral tiene aroma a comienzo y abrazo. El sol centellea sobre los adoquines de San Telmo y yo paseo a tu lado recordando el verano que ilumina tu risa. A pesar del frío Buenos Aires es amable y miro las luces que brillan en las ventanas imaginándome las vidas que habitan tras ellas, no muy diferentes a las nuestras. La pava calentándose y el rumor de la televisión como un canto de gaviotas en torno al pesquero. El mate está listo. Soy parte de esta ciudad, que visito con el entusiasmo de un niño en viaje de fin de curso. Y hoy, Buenos Aires, me regala su invierno celeste, mientras el mundo permanece al pairo, luchando por permanecer ileso, tratando de resguardarse de la tormenta, y el horóscopo me augura buen futuro (salud regular) mientras te echo de menos y tú desde el colectivo dibujas en las nubes mapas del tesoro y las cintas rojas en los altares del Gauchito Gil bailan como tu risa en la brisa de este frente polar. Un muchacho pasa a mi lado, por la peatonal, por Florida, mientras manda besos por el celular y sus pasos trazan un rastro cansado camino del trabajo. Yo pienso en los besos que debo, y en mis pasos, en mi prisa urgente por llegar a tu lado, y en la vida que sería si al salir de la oficina, de la fábrica, de la escuela, no encontrara tu figura alumbrando el umbral de la casa roja que habitamos. En qué sería de mí sin el desorden de tu ropa, perezosa, estirándose en el sofá, sin las luchas cada mañana y el cerrojo que cierra tu sueño como la joya inalcanzable que ha de ser, como tu rostro dormido en el asiento del copiloto cuando, tarde, llegamos al hogar. Buenos Aires, zarandea mi memoria, y saltan, gaseosos, los recuerdos de un verano que vivimos, transparente, en el que la vida era un instante, abandonado sobre el ovillo de tu remera a los pies de la cama. Quedan los conciertos. Demonios, qué ganas tengo de cantar. Y la película. Qué nervios. Dibujar otro rostro sobre el mío, siendo intruso en este laberinto, no es tarea fácil. Trataré de estar a la altura de las circunstancias. Mientras el invierno trae, como te digo, este olor a principio y abrazo, te echo de menos, y el mundo duele menos si miro tu figura adherida a mi sienes, prendida en el recuerdo.

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