27 de julio de 2010

No hay tonto más molesto que el ingenioso.

"Pero muy pronto la tontería llega al fin y desemboca en la claridad. La tontería deja la astucia y adquiere
concisión, mientras que el ingenio empieza a dar rodeos y se esconde."(*)
Quizás porque el ingenio nos hace poder comprender algunas cosas y escapar de ellas. Es genial a veces pasar por tonto, aunque sea por un rato, poder sorprendernos de descubrir cosas que en realidad tendrían que ser obvias, pero que no las quisimos ver como tal. 
Soy de las que les gusta el saber, los conocimientos, aprender, saber de todo un poco. Pero a veces eso nos limita, porque nos facilita la complicación, la vuelta de tuerca de más, el pensar todo demasiadas veces.
Por eso digo que a veces está bueno pasar por tonto, seguir un camino que sabemos que quizás traiga sus complicaciones, pero ni pararnos a pensarlo. Dejar de lado lo que el intelecto nos dice y solo seguir nuestro instinto. Jugar a que no sabemos nada de la vida y dejarnos que nos maraville y nos lleve donde nos tenga que llevar.
¿De qué me sirven tantos conocimientos si al usarlos me restrinjo? O peor, si los uso y solo quedan en la teoría, sin poder llevarlos a la práctica.
Así que si a veces ven que no pienso tantos las cosas, que salgo con alguna de mis ideas utópicas sin querer aplicar la teoría, no se asusten, cada tanto me gusta hacerme la tonta, síganme el juego que quizás les de tan buenos resultados como a mí.


(*) Los hermanos Karamazov, Fiódor Dostoyevski

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